viernes, 10 de noviembre de 2017

Sumiso en familia





Siempre he sido sumiso hacia las mujeres. Seguramente siempre fue por timidez. Conocí a Marina gracias a Internet. Ella ha sido mi vida desde entonces. Es lo opuesta a mi que se puede ser. Afortunadamente nos llevamos muy bien.

Ella es mi diosa y hace lo que quiere sin consultarme. Así que después de tres años de relaciones, decidió quedarse embarazada. No solo no me lo consultó ni me pidió mi opinión, sino que además no me dijo nada cuando hizo su test de embarazo y le dio positivo.

Yo empecé a notar que estaba más gordita, pero al principio no le di importancia. Lo malo es que los demás también empezaron a sospechar algo. Un día mi madre me llamó para felicitarme por el embarazo de mi esposa: "¡Por qué no me lo dijistes antes! ¡Si no es por mi consuegra no me entero hasta el día del parto!" Me enteré de que iba a ser padre de este modo.

Esa no fue la última sorpresa de aquel día. Cuando se lo digo a Marina, ella me dice: "No vayas tan rápido porque tu no eres el padre".

Aquello me dolió. Desde antes de casarnos ya habíamos quedado que ella tendría todos los amantes que quisiera y yo nunca follaría con otra. Pero siempre pensé que, cuando llegara el momento, lo hablaríamos entre los dos, incluso pensé (¡iluso de mi!) que decidiríamos entre los dos cuando y con quién. Y me entero de que antes de la boda Marina me está poniendo los cuernos con otros. Me dolió que me dejara marginado. Me puse a llorar como un niño.

Nació una hermosa niña a la que ella puso el nombre de Sabrina. Y tres años más tarde otra niña a la que puso el nombre de Delia.

Yo soy funcionario. Marina me hizo dejar mi trabajo de jornada completa y trabajar en otra oficina dentro del mismo ministerio a media jornada. Cobraba la mitad del sueldo pero tenía más trabajo en casa: llevar a las niñas a la guardería y recogerlas, cocinar para ellas, dedicaba más horas a limpiar la casa porque esta se ensuciaba mucho más que cuando estábamos los dos solos (mi mujer es una fanática de la limpieza y no me tolera ni la más mínima mancha de polvo en toda la casa), llevarlas al parque cercano a jugar, etc. Yo estaba muy contento, porque además de un amo de casa que es lo que siempre fui para Marina, era un padrazo dedicado en cuerpo y alma a mi familia.

Y las niñas crecieron. Mi mujer fue progresando en su carrera profesional como médica. Me reconoció, y también lo reconoció delante de todo el mundo, que sin mi dedicación exclusiva a la casa y a mi familia, ella no hubiera tenido tiempo para estudiar, para hacer cursos de medicina forense, que es su especialidad, etc. Hasta estuvo tres semanas en EE. UU.

Nuestra relación femdom prosigue pese a las niñas. Ahora Delia tiene 7 años y Sabrina 10, bastante más mayores que las dos niñas de la foto. Son muy vivaraces y se dan cuenta de todo. Se dan cuenta que su padre es un pobre desgraciado que adora a su esposa, que bebe los vientos por ella y que hace todo el trabajo de la casa. Sería lógico que ya que trabajo menos horas fuera de casa, trabajara más dentro de ella. Pero incluso los fines de semana y las vacaciones yo soy el único que trabaja en casa.

Tenemos una pareja de amigos que tienen un apartamento en la playa. Como ellos solo lo pueden disfrutar en julio, nosotros se lo alquilamos en agosto. El inmueble es muy pequeño, solo dos dormitorios y no muy grandes, pero para un mes es fantástico. Pero ni en vacaciones Marina afloja la presión sobre mí: "El apartamento debe estar siempre limpio, y más en la costa donde venimos las tres de la playa y llevamos mucha arena. No es excusa que estemos en verano para vivir rodeados de suciedad."

A pesar de que tenemos dinero de sobra, tampoco afloja en las comidas. Ella, por supuesto, administra el dinero y es más ávara y tacaña que si tuviera una mezcla de sangre judía, escocesa y catalana. Esto significa que yo tengo que cocinar y limpiar todos los días de nuestras vacaciones, en vez de tomarnos alguna libertad y salir a cenar fuera alguna noche. No, tan solo salimos a dar un paseo por la playa y tomar un helado. Y después a casa.

Y, por supuesto, ninguna de las tres mueve un solo dedo para ayudarme. Yo lo soporto todo con alegría, pues las adoro a las tres.

Todas las noches hay algún tipo de recompensa. Durante todos estos años tomé dos cursos: uno de cocina para hacer ricos platos; y otro de masajes. Le doy a mi mujer unos estupendos masajes en la espalda, en el cuello y en los pies. Mi mujer compró una camilla (nuevamente sin consultarme, tal como hace todo). Ella se pone en ropa interior y yo le doy unos masajes. Como el buen vino, he ido mejorando con el tiempo y mis masajes son muy buenos (modestia aparte).

Pero desde principios de este año, también les doy masajes a las niñas. Después de su madre, ella también se tumban en ropa interior en la camilla y les doy un masaje. Y a las dos les encanta. De hecho, en mayo de este año mi suegra enfermó y estuvo hospitalizada. Marina estuvo casi dos semanas en el hospital con ella, pues es hija única y su padre tampoco está bien de salud. Además, como es médica, se pasó todos los días y las noches fastidiando a médicos y enfermeros. No podía evitar supervisar el trabajo de unos y otros para que mi suegra recibiera la mejor atención.

Pues la primera noche que Marina no estuvo en casa, pensé que las chicas se olvidarían de su masaje diario. Pues me equivoqué. Y no fue Sabrina, la mayor, la que me lo recordó, sino Delia. Recordaré toda la vida lo que me dijo: "Papá, el hecho de que mamá no esté porque está en el hospital cuidando a la abuela no justifica que no cumplas con tus obligaciones. Mamá nos encomendó que te vigilemos para que limpies y cocines como siempre, y para que nos des nuestro masaje diario." Y con solo 7 años que recién había cumplido un mes antes. Tiemblo al pensar que será de mi cuando las niñas tengan unos pocos años más. Me van a tratar peor que su madre, aunque eso me encanta.

Muchas noches Marina las pasa afuera, con un hombre y yo me quedo en casa con las niñas. Por supuesto ellas me preguntaron la primera noche "¿Donde está mamá?". Yo les dije que su madre les iba a explicarselo el fin de semana. Las tres se fueron a pasar el fin de semana juntas. Pero no fueron solas, sino con un amante de mamá. No sabía el nombre porque ella no me lo dijo, pero sé que es muy bueno en la cama. Y Marina les contó allí el tipo de relación que tenía con él. Marina me contó que no está segura que Delia entendió bien que tipo de relación hay entre mi esposa y Alberto (Sabrina me desveló su nombre) pero estaba seguro que la mayor si lo entendía. Se empeñó en que tuviese un a charla con ella, una charla "de padre a hija". No tuve más remedio que obedecerla. Mientras Delia se bañaba, hablé con mi hija mayor: